Me desperté una mañana
y al mirar por la ventana,
entre bolsas de basura...
¡anda, si es mi corazón!
Pedazos desperdigados,
uno aquí y otro allá,
dos o tres amontonados.
¿Alguno late? ¡Qué va!
Las moscas revolotean
sin atreverse a probar,
no sea que por imprudentes
se vayan a envenenar.
Yo salía a buscarte
con mi amor inconsciente
y cada vez volvía llena
de los besos que te quedas
de las palabras que callas
del corazón que no entregas.
Y un trocito se caía, luego otro y otro más...
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